12 de septiembre de 2010

San Agustín, Enarraciones sobre los salmos. Comentario al Salmo 83

Los Salmos ocupan un lugar muy importante dentro de la Biblia. En total son 150. El conjunto de todos los salmos conforman el salterio. Son atribuidos a autores diversos siendo los más destacados el rey David y el rey Salomón; otros, en cambio, son anónimos. En las Enarraciones Sobre los Salmos San Agustín nos legó un gran número de conocimientos filosóficos y teológicos, los cuales parten de la enseñanza cristiana contenida en las Sagradas Escrituras.
En esa obra San Agustín ha vaciado gran parte de su pensamiento y de su sentir sobre la felicidad. En nuestra investigación hemos localizado muchos salmos referentes a la alegría, el gozo y la felicidad [1], comentados por San Agustín. Entre ellos resalta el salmo 83, y lo hemos considerado de mayor interés para nuestra limitada investigación.
Salmo 83:
San Agustín en su comentario del salmo 83 muestra el camino a la felicidad verdadera. Así, no todo cuanto creemos que nos dará felicidad verdaderamente lo hará. Muchas veces el resultado es contrario. A propósito Agustín desengaña: “¿creéis hermanos míos que ha de ser temido el infortunio de este mundo y no su felicidad?”[2]. En este sentido, se teme a los infortunios que la vida suele presentar debido a que éstos, con frecuencia y dependiendo de qué se trate, producen sufrimiento; mas este sufrimiento no es malo en sí. Todo depende de por qué se sufre: cuando se sufre justamente como consecuencia de una mala acción es justo; pero cuando se sufre por la causa de Dios el sufrimiento suele transformar a la persona, haciéndola más fuerte y virtuosa para seguir luchando contra las adversidades.
Siguiendo con lo anterior, San Agustín invita no tanto a temer los infortunios cuanto a temer el arquetipo de felicidad que este mundo presenta, ya que puede terminar en infelicidad. El ejemplo tal vez más revelador lo conseguimos en los artistas y en los deportistas que desde muy jóvenes comienzan a ser aclamados por el público y amontonan caudalosas fortunas, pero no logran amontonar felicidad, sino que muchas veces se corrompen y desperdician su vida en las drogas, en sexo desenfrenado, en vanidad…
El error está en donde ponemos nuestra seguridad y felicidad. Las palabras de San Agustín en Enarraciones vienen como anillo al dedo: “Si este mundo te sonríe con la felicidad, cuéntate entre los que se hallan en angustias, y así dirás: hallé la tribulación y el dolor, e invoqué el nombre del Señor[3]. En este sentido, la verdadera felicidad para Agustín no es la que nos propone el mundo: honores, riquezas, tierras, conocimientos, vanidad, entre otros. Para él, la felicidad verdadera se encuentra en Dios. Por ello, aun en la adversidad y el sufrimiento se puede ser más feliz si se tiene a Dios, pues Él colma el ser de su alegría y de su paz. Llena la capacidad del espíritu para vivir la felicidad.  
Es importante aclarar, que el hecho de gozar de los bienes de este mundo no significa infelicidad, sino que la felicidad completa está en Dios. Este es un mundo que al crearlo vio Dios que era bueno[4] y por eso nos hace gozar, según nos convenga, de sus bienes. Así lo vemos en el pensamiento de San Agustín cuando asegura que “Ninguna desdicha abate al que ninguna felicidad corrompe”[5], es decir, que se puede tener la llamada felicidad de este mundo y ser felices también en Dios. Pero siempre teniendo en cuenta que Dios es la felicidad principal.
De acuerdo con lo anterior, resulta sencillo entender la exclamación de gozo del salmista: “¡Que amables son tus moradas Yahvé Sebaot!”[6]. Solamente en las moradas de Dios el hombre degusta aquella felicidad que había perdido en el paraíso. Mas en este mundo es imposible vivirla en toda su plenitud.
La felicidad absoluta, es decir, aquella que no experimenta nunca más las amarguras de este mundo, se alcanza definitivamente en el cielo. En efecto, el cielo es Dios. Sin embargo, mientras peregrinamos por esta tierra, nuestra felicidad debe anclarse en la esperanza de que alcanzaremos aquel gran gozo. Con respecto a esto, San Agustín advierte: “los que se alegran en esperanza, porque están seguros que lo han de alcanzar, soportan en el lagar cualquier clase de tribulación”[7]. Según esto, esa esperanza mantiene siempre la alegría aún en la tribulación, por la perspectiva de alcanzar la felicidad en Dios.
De acuerdo con este enfoque, Agustín felicita: “bienaventurados los que habitan en tu casa. ¿Cómo han de ser bienaventurados? ¿En dónde han de habitar? ¿Qué han de hacer? Todos los que se dicen bienaventurados en la tierra poseen algo y ejecutan algo.”[8] En este sentido, vemos cómo en la obra de Agustín se compara constantemente la felicidad de este mundo con la felicidad eterna. Así, la felicidad mundana viene a ser una sombra de la felicidad celestial, es decir, que se cumple plenamente en el encuentro con Dios.
Ahora bien, según los planteamientos de San Agustín, llamamos bienaventurados sobre esta tierra a aquellos que poseen riquezas, propiedades, honores… y lo notamos en las felicitaciones por parte de quienes les rodean al recibir éstas cosas. Sin embargo, para los que se gozan en la esperanza es diferente la situación: ellos han de habitar eternamente en la casa de Dios, en donde el muro de protección es Dios mismo: nada ni nadie podrá dañarles nunca más. Además, la actividad que han de ejecutar es gozar eternamente de la dulzura del Señor. Por ello, en Dios se ha encontrado la verdadera felicidad; todo lo demás es nada en comparación con este goce eterno. Pablo hiperbólicamente lo llamó “basura”[9].
Finalmente, Agustín dice citando el salmo: “Porque mejor es un día en tus atrios, que millares (lejos de Ti)… Desprecien estos miles de días y deseen un solo día, que no tiene ni principio ni fin. Un solo día, el día sempiterno al que no cedió su puesto el de ayer; ni le empuja para que se aleje, el de mañana. Sea anhelado por todos nosotros este único día”[10]. Éste es el día eterno por el que vale la pena vivir en este mundo en un valle de lágrimas. Por el momento nos toca vivir en la lucha por alcanzar la virtud, llorando, riendo, soñando… pero siempre alegres en la esperanza de este día sempiterno en que gozaremos eternamente del Creador.


[1] Salmos: 1,1-3; 4,7-9; 5, 12; 9,2-3; 12,6; 13,7; 15,11; 18,9; 19,6; 20,7; 29,12; 30,8; 31,11; 32,21; 33,11; 39,5.17; 40,2-3; 46,2-3; 52,7; 62,12; 64,5.13; 65,6-7; 66,5; 67,4; 69,5; 83,2-3.5-8.12-13; 88,16-17; 90,14-15;91,5-6; 93,12-13; 94,1-2; 95,11-13; 96,1.8.11-12; 97,4; 99,1-2; 103,33-34;  104,2-3; 105,3.5; 106,41-42; 111,1.3.5; 118,1-3.72.111; 121,1-2; 125,1-3.5-6; 126,5; 127,1; 131,9.16; 136,6.8-9; 143,15; 145,5-6; 149,2-3.5-6
[2] SAN AGUSTÍN, Enarraciones sobre los Salmos 83,5
[3] Ibid. Las cursivas son del autor
[4] Gén. 1,31
[5] SAN AGUSTÍN, Enarraciones sobre los Salmos 83,5
[6] Sal.83,1
[7]SAN AGUSTÍN, Enarraciones sobre los Salmos 83,6
[8] Ibid. 83,8. Las cursivas son del autor
[9] Flp.3,8
[10] SAN AGUSTÍN, Enarraciones sobre los Salmos 83,14. Las cursivas son del autor

3 comentarios:

  1. Muy bien, de verdad que no hay felicidad mayor a ésta, muy completo!

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  2. Muy bueno. Ciertamente no hay mayor felicidad que estar acobijados bajo los brazos del señor,es una felicidad que no se rompe y no se acaba con nada,para conseguir la felicidad material hay que sufrir, esforzarse, luchar hasta alcanzarla; pero esta felicidad no es eterna como la de Dios.
    ´´cuando se sufre justamente como consecuencia de una mala acción es justo; pero cuando se sufre por la causa de Dios el sufrimiento suele transformar a la persona, haciéndola más fuerte y virtuosa para seguir luchando contra las adversidades´´Cuando luchamos para conseguir la felicidad del señor nos hacemos mas fuertes antes las adversidades. la felicidad verdadera se encuentra en Dios. Por ello, aun en la adversidad y el sufrimiento se puede ser más feliz si se tiene a Dios, pues Él colma el ser de su alegría y de su paz.Por esto la felicidad completa se encuentra unicamente en Dios nuestro creador.

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  3. Hola jorge es jose francisco, el tema habla acerca de como dice san agustin que se puede encontrar la verdadera felicidad, dice que el unico lugar donde se puede encontrar es en el cielo y no en vicios u objetos materiales tambien habla acerca de los bienaventurados y dice que los bienaventurados de verdad son aquellos que tienen esperanza y fe de que podran estar eternamente en el reino de los cielos

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