18 de septiembre de 2010

Sentido y origen de la muerte

El ser humano, por naturaleza, busca una explicación a los diversos acontecimientos que en su tránsito por este mundo va experimentando, así, constantemente se pregunta, qué es el hombre, el porqué de su estadía en el mundo, qué es el mundo… sin embargo, al hablar de la muerte, la naturaleza humana entra en crisis. En efecto, por naturaleza, el ser humano tiende a la vida; pero consigue que está condenado a muerte desde su nacimiento. Esta condenación es una agonía que afecta al hombre, no sólo en el preciso momento de morir, pues la muerte no es un instante, la muerte es una constante, se comienza a morir desde el momento en que se toma conciencia de que estamos condenados, de que nada puede evitarnos tal experiencia. “El hombre es un ser muriente tanto como ser viviente”[1]

Soren Kierkegaard, La paradoja de la fe ante la muerte

La muerte es un fenómeno del cual no podemos escapar, todo aquel que vive tiene por seguro que morirá. Por tanto, se trata de una de las etapas más temidas por los seres humanos, ya que, sea cual sea la interpretación que hagamos sobre este fenómeno, terminará siendo un misterio que sólo descubriremos en cuanto llegue el momento de partir. Por ello, la realidad de la muerte, genera en los hombres un sentimiento de angustia e incertidumbre por su destino final.

Soren Kierkegaard, Filósofo y teólogo danés del siglo XIX, existencialista cristiano, considerado el padre del existencialismo, nos presenta un planteamiento que puede servirnos al momento de abordar el tema de la muerte. 

14 de septiembre de 2010

La Felicidad en la Ética a Nicómaco de Aristóteles (Lib. I)

Aristóteles, en el libro primero de la Ética a Nicómaco, se refiere a la felicidad como un cúmulo de bienes, idea que hemos de profundizar más adelante. “Bien es aquello a que todas las cosas tienden”[1]. En efecto, todas las ciencias, artes, estudios, trabajos… tienden a un bien determinado; más aún, todo ser humano en su actuar tiende a un bien determinado. Sin embargo, no todos los bienes son iguales. En efecto, “los bienes pueden decirse de dos modos: unos por sí mismos y otros por éstos”.[2] Es decir, hay bienes que por sí solos son suficientes, no necesitan de nada más para constituirse como tales; mientras que otros existen en base a estos otros.  
“Si existe, pues, algún fin de nuestros actos que queramos por él mismo y los demás por él, y no elegimos todo por otra cosa -pues así se seguirá hasta el infinito, de suerte que el deseo sería vacío y vano – es evidente que ese fin será lo bueno y mejor.”[3] Con respecto a esto, Aristóteles se plantea la posibilidad de un bien por el cual todos los demás alcancen su sentido. Efectivamente, este bien por el cual elegimos todas las cosas es la felicidad: ella es quien da sentido a todo cuanto hacemos.

12 de septiembre de 2010

San Agustín, Enarraciones sobre los salmos. Comentario al Salmo 83

Los Salmos ocupan un lugar muy importante dentro de la Biblia. En total son 150. El conjunto de todos los salmos conforman el salterio. Son atribuidos a autores diversos siendo los más destacados el rey David y el rey Salomón; otros, en cambio, son anónimos. En las Enarraciones Sobre los Salmos San Agustín nos legó un gran número de conocimientos filosóficos y teológicos, los cuales parten de la enseñanza cristiana contenida en las Sagradas Escrituras.
En esa obra San Agustín ha vaciado gran parte de su pensamiento y de su sentir sobre la felicidad. En nuestra investigación hemos localizado muchos salmos referentes a la alegría, el gozo y la felicidad [1], comentados por San Agustín. Entre ellos resalta el salmo 83, y lo hemos considerado de mayor interés para nuestra limitada investigación.

11 de septiembre de 2010

La felicidad en Juan Pablo II

Entre los filósofos y teólogos contemporáneos de formación escolástica encontramos a Juan Pablo II.[1]  Se doctoró en filosofía en el Angelicum, Roma, regidos por los Dominicos, correligionarios de Tomás. Se llama Angelicum, por el título de Doctor Angelicus dado a Santo Tomás.
Desde su ordenación sacerdotal hasta el postconcilio, 19 años, Karol Josef Wojtyla celebró según el misal de Pio V que comenzaba con el versículo 4 del salmo 43: “llegaré al altar de Dios, al Dios de mi alegría”, y seguía: “te alabaré gozoso con la cítara, oh Dios, Dios mío”[2]. Así, pues, Jesús es signo de Dios, signo de la felicidad misma, en Él la felicidad se ha encarnado.
Entre todas las obras del Papa Juan pablo II, hemos de abordar su pensamiento sobre la felicidad expresado en su primera encíclica Redemptor Hominis[3]. En ella, se propone como tema central la redención del ser humano en Jesucristo. Esta encíclica nos brinda múltiples aportaciones sobre la felicidad.

LA ESCOLASTICA EN EL SIGLO XIX Y XX

A partir del renacimiento la Escolástica fue subestimada, hasta el punto de llamarla la “era de las sombras”. Sin embargo, la iglesia la ha conservado siempre como un gran tesoro intelectual. En especial la filosofía de Santo Tomás de Aquino, personificación de la escolástica.
            Consecuente con esa realidad, el papa León XIII, al hablar en 1879 sobre la formación que había de darse en las universidades católicas, hizo saber: “nada nos es más grato ni más apetecible como el que todos suministréis con la máxima riqueza a la estudiosa juventud los ríos purísimos de sabiduría que sin cesar manan de la riquísima fuente del Angélico Doctor.”[1] Así reafirmó que para la Iglesia la Escolástica era la base filosófica para el pensamiento cristiano.  
Igualmente el papa Pio XII, en 1939, reafirmó esta decisión: “Sabiamente hase instituido y rigurosamente ha de cumplirse, que los profesores enseñen totalmente la filosofía racional y la teología y formen en ellos a los alumnos según el método, doctrina y principios del Angélico Doctor y los sigan rigurosamente.”[2] Según esto, los seminarios y universidades católicas han de ser instruidos, con mayor razón, en los conocimientos y métodos producidos durante la escolástica, “rigurosamente”, como dijo el Papa. 


[1] LEON XIII, Aeterni Patris Filius 17
[2] Pio XII, A los alumnos del Santuario 3

La Felicidad en Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino, es, sin duda, la figura representativa de la escolástica. De allí que se le considere el más grande de los filósofos cristianos. Tomó como tarea principal en su vida filosófica interpretar desde una visión cristiana las obras de Aristóteles. Con respecto a nuestro tema, Santo Tomás nos ha dejado su comentario a la Ética a Nicómaco. 
En dicho comentario, Santo Tomás analiza la idea de la felicidad. En primer lugar la conceptúa como un bien, que ya Aristóteles definía como “aquello a que todas las cosas tienden”[1]. El comentarista advierte que “ha de considerarse que dos son los principios de los actos humanos: el intelecto o razón y el apetito, que son principios que mueven, como se dice en el libro Del Alma… Todo esto esta ordenado a un bien como fin.”[2] Así pues, los actos humanos ya sean de apetito –de las apetencias naturales-, o de la razón, en las que nuestro intelecto tiene la prioridad, entre las cuales distinguimos lo especulativo y lo práctico,  tienden a un bien determinado como fin. Así, pues, distinguimos los actos de hombre, según los cuales actuamos movidos por los apetitos y por tanto son aéticos, y los actos humanos, donde interviene propiamente la razón y la libre voluntad: éstos son éticos. Ambos, tienden a un bien como fin. Ahora bien, la felicidad es un bien al que todos tienden.
Sin embargo, la historia enseña que el ser humano se equivoca, pues muchas veces busca como real lo que es apariencia de bien, lo que se llama en la Escolástica “el mal bajo apariencia de bien”. Ven el mal como un bien; y lo siguen porque siempre se tiende al bien. 

9 de septiembre de 2010

PLATÓN: TIMEO



Este Dialogo platónico ejerció una fuerte influencia a finales de la antigüedad y durante toda la edad media, se trata en rigor de una teología y una cosmología. Como ejemplo de esta influencia vemos que en su fresco La escuela de Atenas, Rafael presenta a Platón sosteniendo el Timeo. En dicho dialogo participan Sócrates, maestro de Platón, como un interlocutor secundario, Timeo como interlocutor principal, Critias y Hermócrates.

4 de septiembre de 2010

La Pobreza, una llaga para nuestra sociedad…

Básicamente podemos hablar de dos tipos de pobreza, la pobreza mental o educacional, que viene dada por una mala educación de la persona, lo cual, genera que todo aquello que es o tiene, sea pobre. En efecto, esta es la gran pobreza, que incluso gente con mucho dinero llega a padecer y, la misma, produce una gran infelicidad en las personas, porque aún cuando poseen mucho, no son nada, son personas pobres de mente o de espíritu.

3 de septiembre de 2010

EL ÉXITO Y LA FELICIDAD

Todo ser humano vive la vida desde una vocación determinada, es decir, cada quien se siente llamado a desempeñar un papel en el mundo, así, encontramos cantidades de profesiones que cada día se hacen más, dependiendo de los nuevos descubrimientos que en la evolución del mundo se van presentando. Efectivamente, encontramos profesionales de la educación, la ingeniería, la medicina, el deporte, el arte, la música, la filosofía…, si bien es cierto, cada quien desde su vocación personal: desde sus inclinaciones personales hacia aquello a lo que se siente llamado, experimenta gozo en la realización de su trabajo, y desde allí, busca encontrar la felicidad.

San Agustín: En busca de la felicidad

La felicidad es el bien más anhelado por los seres humanos. Todo ser humano aspira a ser feliz. Todos sus actos se encaminan a la consecución de tan excelso bien. Sin embargo, no es muy común conceptualizar la felicidad en la filosofía, muy pocos se han dedicado a escribir o hablar sobre la felicidad; tanto, que es algo difícil encontrar un tratado monográfico sobre la felicidad. Tal vez, la razón es que nos encontramos ante algo tan común y tan rutinario que es más productivo ocuparse en otros temas.
Por ello, vamos a detenernos en el pensamiento de San Agustín, filósofo y teólogo cristiano.[1]  Sus obras nos muestran la profundidad con que expresa todo su pensar. Hemos de investigar su abordaje del tema de la felicidad en su obra Confesiones
Así pues, en esta obra, San Agustín  refirió de forma autobiográfica, con apasionado estilo literario, los episodios más dramáticos de su vida. En sus páginas expuso vivencialmente parte de su pensamiento teológico y filosófico. Encontramos en ella claras descripciones, aproximaciones, al tema de la felicidad.