PLATÓN: TIMEO

Este Dialogo platónico ejerció una fuerte influencia a finales de la antigüedad y durante toda la edad media, se trata en rigor de una teología y una cosmología. Como ejemplo de esta influencia vemos que en su fresco La escuela de Atenas, Rafael presenta a Platón sosteniendo el Timeo. En dicho dialogo participan Sócrates, maestro de Platón, como un interlocutor secundario, Timeo como interlocutor principal, Critias y Hermócrates.

En el Timeo, Platón narra el mito de la ordenación del cosmos a partir de un dios o demiurgo. Así, la creación del tiempo va de la mano con la creación del cosmos, en efecto, el dios- demiurgo de Platón crea el tiempo al crear el cosmos. Éste demiurgo, como ya lo hemos referido es un ordenador de la materia eterna, pues, todo se encontraba en caos, en un completo desorden y es precisamente este dios el que ordena todo. Así, vemos que no crea desde la nada, como es el caso del Dios bíblico, solamente ordena, sin embargo ordena de la manera más bella posible.

. 

Siguiendo con lo anterior, para Platón, el mundo tiene alma, es visto como un gran animal o ser viviente. Así, dios llevado por su bondad decide engendrar el mundo según un modelo de animal eterno que tenía en su mente; pero al ser engendrado ya no puede ser absolutamente igual, de aquí decide crear una imagen móvil de eternidad que avanza según número, esta es el tiempo. Se trata, pues, de una imitación móvil de la eternidad que es inmóvil, imitación que, como ya lo hemos mencionado, avanza según las leyes de los números.  El mundo es creado según un modelo eterno.

Ahora bien, la materia y los cuatro elementos (tierra, agua, fuego, aire) son eternos, al igual que el dios demiurgo, y de ellos parte para la ordenación del mundo existente, además, los ordenó de forma estérica, modelo de perfección. De estos cuatro elementos creo también al hombre, y le dio el principio racional. Así, explica la importancia que tiene sobre la figura humana la cabeza, redonda, sede de los órganos más importantes. Igualmente, Explica cómo los dioses colocaron en el cuerpo humano, bien separadas del alma racional e inmortal, las dos partes del alma mortal: la una, irascible, en el pecho; la otra concupiscible en el vientre.

Pasa por fin a examinar la importancia de las funciones del corazón, de los pulmones, del hígado (considerado como el órgano de los sueños y las adivinaciones) y de todas las partes del cuerpo.

Concluye su discurso explicando la generación de las mujeres y de los otros animales con las sucesivas reencarnaciones de los hombres, según el grado de degeneración producida en ellos por sus culpas