En reiteradas ocasiones
me han dicho que si la Sagrada Escritura en el decálogo dice: “No te harás
escultura ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que
hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra” (Dt.
5,8), por qué nosotros los cristianos católicos insistimos en venerar en el
culto litúrgico las imágenes.
Quienes basados en este
pasaje, lo toman aisladamente y no analizan el contexto y el idioma en el cual
fue escrito dicho pasaje, cometen un error. Las sagradas Escrituras, no son un
libro, son un compendio de 73 libros, entre los cuales, cada uno tiene su
propio contexto histórico y por tanto sus propias circunstancias que lo
envuelven. El Antiguo Testamento fue escrito en hebreo y arameo mientras que el
Nuevo Testamento fue escrito en griego. De modo que para comprender realmente
lo que quiere decir un texto de la Escritura Sagrada, es imprescindible tomar
en cuenta todos estos elementos. Lamentablemente, la mayoría de los pastores de
las sectas protestantes, no cuentan con la preparación necesaria para acercarse
a un estudio objetivo de la Escritura, y por eso, con argumentos fanáticos y
falaces nos acusan a los católicos de idolatría, sin si quiera tener claro qué
es realmente tal cosa.